Mimi Lopez (español)
El jugo de guayaba me sacó las lágrimas. Había llegado a Oaxaca la madrugada del día anterior; no tenía agua potable en el departamento y no había comido antes del viaje. En la mañana manejamos dos horas bajo los rayos de sol punzantes de un día extrañamente caluroso. Ernesto manejaba su taxi mientras me contaba la historia de su corazón roto: la infidelidad de su novia con su primo, el bebé que nació muerto, el accidente en el que perdió el brazo. Nos perdimos en los caminos enmarañados de terracería de un pueblo arrinconado. Un hombre que arreglaba un radio viejo en su ferretería nos dió señas para llegar al restaurante de Mimi. Ella estaba de pie junto a una mesa servida con el desayuno y una jarra llena de jugo de guayaba. Me senté y respiré tan ampliamente como las montañas del horizonte. Mimi me sonrió y me dió una tortilla. Comimos y platicamos. Después de tres horas de plática y un recorrido por su casa, los tres hombres que trabajaban en el pozo de Mimi me enseñaron la manera correcta de cavar buscando agua. En vez de aventar una moneda al pozo, los trabajadores me dijeron que siguiera a una gallina mientras pedía un deseo. Mi abuelo usaba una táctica parecida cuando yo era niño: me decía que la gente inteligente sigue a las hormigas hasta el hormiguero y las cuenta una por una. Salí de la casa de Mimi con el estómago lleno y oliendo a humo. Al despedirme, me regaló una mazorca de maíz rojo que brillaba coqueta bajo el sol.
Gracias por tu tiempo Mimi. ¿Creciste en este pueblo?
No, yo soy de otra comunidad más arriba que se llama Estanzuela, Soledad Etla. Me casé a los 16 años aquí en Matadamas. Mis papás trabajaban en el bordado de mandiles, mi mamá todavía me hace mandiles para las clases.¿Cuántos años tiene tu mamá?
Mi mamá tiene 68 años.Es relativamente joven.
Sí, sí. Mi papá va a cumplir 12 años de fallecido, el 25 de Abril. Él se iba a Chiapas, a Juchitán, a Pochutla, a vender los bordados de mi mamá. Cuando mis papás se iban, la que se quedaba cocinando era yo con mi abuelita, la mamá de mi papá. Pero yo quería estudiar.¿Qué te hubiera gustado estudiar?
La contaduría, pero no se dió. Me siento agradecida porque supe aprender a cocinar. Hemos valorado que al momento de comer en casa, en familia, se siente uno ameno, agusto con la comida, acogido.¿Tu eres la mayor de los hijos?
No, tengo un hermano mayor que se llama Noé.Entonces, de chica te quedabas a cocinar.
Sí, con mi abuelita y mis hermanos. Por eso me crié un poco ruda, porque tenía tres hermanos. Me acuerdo una vez que mi papá compró una carretilla y me llevé a mi hermano el más chico en la carretilla a juntar chilitos. Antes había unos chilitos que se dan en las biznagas y esos saben muy buenos. En tiempo de lluvia se asolea un poco la biznaga y ya salen, se vé roja la biznaga y hay que juntarlos para hacer agua de chilito (una frutita que sabe muy buena). Pues te digo que me llevé a mi hermano y que se me cae, se atoró en una piedra y se calló. Le digo a mi mamá que me acuerdo cuando me regañó porque si le quedó la cicatriz a mi hermano¿Todavía se le vé la cicatriz?
Si, todavía la tiene de lo fuerte que se raspó. Antes también íbamos a lavar y a bañarnos al arroyo del pueblo. Ahorita ya no lo puedes hacer, ya no es tan común bañarte allí, te toman fotos. Antes íbamos a cargar agua de un pocito, se llamaba ojito de agua, y de esa agua tomábamos, de esa agua acarreábamos para nuestras casas con las latas y el palo en el hombro. Ya después se hizo el pozo de agua potable de la comunidad. Ahorita el tiempo está seco, ya no es como antes. También teníamos palenque para hacer mezcal y ahora se perdió ese palenque. Había unos guayabalotes en el monte para traer guayabas, una guayaba grande de color rosa. Mi mamá decía: “Tú eres una pinga, te subes a todos los árboles”.





¿Cómo era tu vida de pequeña?
Desde niña empecé a cocinar. Mi rutina era lavar la ropa y atender la olla de frijoles. Así me crié. Mi mamá dice: “Tu siempre has sido chambeadora”. Y sí, porque no teníamos dinero. A veces para comer carne el día domingo, mi mamá me hacía palomitas, cacahuates y chicharrines. Me hacía bolsitas y salía yo a vender en el pueblo todas las tardes con mi hermano Beto. Nos salíamos a vender con una canasta redonda y él llevaba otra bolsa por si nos pedían más. Regresábamos contentísimos cuando habíamos acabado la venta. En serio, era algo maravilloso que mi mamá nos hiciera las cosas para ir a venderlas, era bonito. Mi mamá también tenía margaritas, una flor blanca. Tenía una parcelita y los días domingos nosotros salíamos a vender ramos de flores a las casas. Con eso podíamos comprar carne. Por eso valoramos mucho comer carne. No comíamos carne a diario, sólo el domingo. Y si no había, comíamos nopalitos, frijoles o una tortilla de perro.¿Qué es tortilla de perro?
Una tortilla más chica. Le ponemos manteca de asiento y la remojamos en frijoles parados y sabe buenísima con salsa.¿Qué tipo de carne comían cuando tenían?
Res, puerco o pollo. Siempre había pollos en la casa. Mi papá, cuando ya pudimos, compró marranos.Y el pollo es bueno para dar huevos.
Si. Pero hay un tiempo determinado de los animales. Al momento que ya te dió lo que te tenía que dar en huevo hay que matarlo. Porque si está muy grande no se cuece, se tarda muchísimo en cocer¿Comían chivo?
Ese sólo en una fiesta y sólo el que tenía dinero. Mi papá cuidó chivos, sabía matarlos y nos enseñó a hacer barbacoa. Cuando mis hijos crecieron le dije a mi esposo: híjole, ya van creciendo los hijos y no hay para sus estudios. En ese momento empezamos a vender barbacoa en el horno de piedra como nos enseñó mi papá. Pero él era muy platicón, muy amiguero, no era de estar atento contigo. Vino a enseñarnos tres veces solamente. Y así como era de amiguero era muy pingo. También era muy drástico, muy rudo, te portabas mal y era chinga. Una vez, me acuerdo, empezaron a salir esas maquinitas de jugar como El Pacman. Mi hermano bajó al pueblo a traer carne y se gastó el dinero en las maquinitas. Dijo que había perdido el dinero. Y que le dá su chinga mi papá. Pero también mi papá nos hacía trompos, iba a traer espino, lo macheteaba y le ponía un clavito. Ahora los niños quieren puro teléfono.





¿Mimi, cómo has logrado manejar las redes sociales para que te ayuden en tu restaurante?
Ponemos como somos y como comemos, lo que para nosotros es natural. Entonces, cuando llega un cliente preguntando qué es una tortilla de perro, nuestros chicos saben qué decir. Los chicos saben lo que lleva la barbacoa y el pipián porque también comen lo que cocinamos y están atentos a cómo lo cocino. Yo quiero servir como comemos a diario. Nuestro concepto es cocina de familia. Yo me desvivo por cocinar porque siento que si vienen a probar mis comidas, le tengo que echar ganas, trabajamos en familia. Cuando tengo clases de cocina, la gente se va emocionada, se va contenta, porque al final de cuentas estamos comiendo todos lo que preparamos juntos.¿Cómo eliges cuando alguien te contacta para una entrevista?
Yo antes decía que sí a todo. Una vez me hablaron unos chicos que querían que fuera su madrina y hacer videos. Les dije que sí, pero ese día también tenía un evento. Hay gente que me ha buscado hasta de noche. Ahora ya digo cuando el día está comprometido con otro compromiso, una boda, un cumpleaños o el restaurante.¿Por qué crees que la gente te busca tanto?
Pues les gusta cómo cocino. Todos me dicen: “Mimí, tu casa se siente bien, tranquila, te relajas”. Tenemos comensales que pueden estar tres o cuatro horas, plática y plática, se sienten acogidos por la casa. Tengo clientes que me piden tortillas directas del comal mientras se están haciendo. Los chicos me dicen que tengo bien consentidos a los clientes. Yo les contesto que en la atención está todo. Me siento agradecida por ya tener mi restaurante, por la gente que viene en taxis amarillos hasta acá, que se toman esa molestia. Este no era nuestro sueño al principio, pero al momento de ganar en cocineras tradicionales de Oaxaca cambió toda nuestra vida.¿En qué momento viste cocinar como negocio?
En la barbacoa. Ví la meta de que mis hijos estudiaran, porque no teníamos nada José, nada. Nos había ido mal, mal, mal. Y llega el momento en que tú quieres que tus hijos salgan adelante, que no se queden como tú. Ese ha sido el esfuerzo de mi esposo y mio, que nuestros hijos estudien. Total, esa es su herencia. Nosotros no tenemos terrenos, no tenemos nada. Este es el sacrificio que se hace a veces para poder darles para la escuela, para el pasaje. Me acuerdo la primera vez que fuimos a vender a Oaxaca. Fuimos a ver al ahora difunto Gochito. Don Goyo se llamaba donde empezamos a vender. Un día jueves le preguntamos sobre su puesto y él nos invitó a vender nuestra comida el domingo. No teníamos platos ni mesas. Don Goyo nos prestó las mesas que usaban sus hijas para vender quesadillas y memelas entre semana. Y así nos fuimos el domingo, mi papá, mi mamá y mis hijos, Charlie, Rafa y Lili. Pero en ese momento no nos conocían. Mi esposo le gritaba a la gente: ¡vengan, vengan a comer! Y poco a poco nos fuimos aclientado, nos costó mucho. Charlie se acuerda de la primera vez que no se acabó nuestra barbacoa. Le dije: Vámonos a repartirla para que se acabe.¿Charlie terminó de estudiar?
Sí, él hizo su carrera. Se fué con un programa que se llama CONAFE, donde los mandan como maestros de comunidades rurales. Se fue un mes, no supimos de él. Le tocó un pueblo que se llama Magdalena, adelante de Nochixtlán. Allí no había señal de teléfono. Después de un mes bajó con el agente municipal de esa comunidad por las fiestas patrias y hasta entonces supimos de él. Su papá lloró al oirlo, veníamos de vender queso. Luego, en noviembre fue su cumpleaños, y nosotros le encargamos un pastel y emprendimos un viaje a verlo. Llegamos con el pastel, unos refrescos y comida. El maestro nos dijo que si hubiera sabido que era su cumpleaños, la comunidad hubiera matado a un pollito. Esa comunidad no tenía ni juguetes para los niños. Una vez Charlie les llevó una caja de juguetes de sus hermanos. Así es Charlie, hiperactivo y bien chambeador.¿Cómo es tu hijo Rafa?
Rafa siempre ha estudiado fuera, estudió la Universidad fuera. Hizo su maestría y su carrera. Vinieron unos maestros de Texas a hacerle su examen para el doctorado, para aprobar su proyecto. Ahora dice que se quiere ir a Japón. Porque nosotros fuimos a Japón en octubre.Es curioso que dices que el chivo era lo más caro que se podía cocinar y allí fue dónde encontraste tu futuro.
Sí, sí, fué donde encontré el rumbo.Platícame de cómo se traducen tus emociones difíciles a la comida que cocinas. ¿Qué haces cuando te sientes enojada, triste o frustrada?
No cocino. Mi abuelita Chelo me decía que cuando cocinas enojada hasta un caldo de pollo sabe a agua, aunque el caldo de pollo lleve lo más sabroso, va a saber agua. Todos los días me levanto en nombre de Dios y me persigno. Me levanto temprano. Por ejemplo, ahorita vamos a poner el nixtamal y lo dejo para mañana. Lo lavo temprano a las 5 de la mañana o a las 4:30 si me agarra bien el sueño. Tengo a una persona que viene mañana y es la que está al lado mío. Esta persona me ayuda a pelar ajos o a cuidar el atole y el champurrado, porque si no se queman. A veces mi esposo me dice: “Si quieres algo perfecto, hazlo tú mi vida, así no te enojas”. La música también me ayuda. Me encanta tener flores en la casa, el día viernes me traen bastantes flores. Y si vienen otras personas vendiendo flores, les agarro dos o tres ramitos. Porque yo vendí flores y sé lo que se siente andar en el sol. Si hay una tortilla en el restaurante también les doy una tortilla, o si hay un tamal, les doy un tamal. Yo necesito de los que vienen a trabajar, pero también ellos necesitan de nosotros.





¿Qué partes de tu personalidad ves en tus hijos?
Híjoles. Charlie es similar a mí, es amiguero, platicón, decidido, le gusta hacer amistades pero cuando es tiempo de hacer un trabajo, lo hace bien. Rafita cuando nació, estaba enfermo, por eso llegamos a vender queso. Me acuerdo una vez que se nos destripó un bote, porque en el centro manejan feo y se nos quebró el bote y toda la leche se cayó en el carro, en vez de enojarnos nos dió risa. Rafael es muy listo y es muy serio, si le enoja algo, te lo dice con franqueza. Liliana es nuestra alegría de la casa, esa chamaca a todo le busca risa y tiene un paladar muy exigente para la cocina. Mi esposo se acaba de lastimar un tendón jalando mal al borrego. Y ese mismo borrego le dió una patada y le quebró el tabique hace un mes. Liliana le dice: “Vete a hacer una limpia, ya límpiate, ese borrego te mete la pata a cada rato”.¿Tu crees en las limpias?
Mi abuelita curaba, ya está grande, tiene 92 años. Ella curaba para que las mujeres pudieran tener hijos. Ella sabe que esta hierba sirve para esto y esta hierba sirve para el otro. Mi mamá en cambio es muy preocupona.¿Tu mamá tuvo la oportunidad de verte salir adelante?
Todavía viene a veces a ayudarme los sábados a cocinar. Viene a traer hoja de aguacate, me manda romero, albahaca o un rollito de margaritas. Ahorita quiere que le consiga un perrito porque se le murió uno.¿Mimi, qué te gusta cocinar más?
Me gusta cocinar de todo. Mi comida preferida son los tamales de flor de calabaza y el mole verde. Esa es mi comida preferida porque me trae muchos recuerdos y muchas vivencias, y picosito mejor.¿Qué lleva el mole verde?
Mucha hierba verde como el perejil. Ese mole lo comíamos en tiempo de lluvias porque íbamos a traer nanacates (ustedes le llaman hongos). Antes, cuando llovía tres días, o cuatro o cinco días, que no podías lavar, que tu ropa no se secaba y se estaba toda la semana en el tendedero, era de ir a juntar nanacates. Porque salía el gusanito amarillo en tres días y hacían un conjunto de familia y ahí es donde crecían los nanacates.¿El nanacate sale por donde va el gusano?
Ajá. Salíamos al campo, íbamos atrás del gusanito y en vez de ponerle carne a la comida, se le ponían unos nanacates. Eso es como carne y es más saludable. Y como te digo, mi abuelita Chelo cocinaba con pura manteca y ahora ya quieren todos aceite.



Cuéntame más del inicio de tu restaurante
Al principio no teníamos nada, fuimos creciendo. Esa barda que ves ahí no estaba, era una línea de nopales, veías a las personas pasar. Pero por comodidad de la gente se hizo la barda. Antes venía la gente y le pedían nopalitos a mi suegro. Él les decía que los cortaran ellos mismos. Pero hay personas que tienen su mano ácida, su mano fría. Si cortas un nopal con mano ácida te sabe agrio tu nopal.¿Qué significa tener la mano ácida?
Se dice que se agria tu nopal porque tienes la mano amarga. Como decimos las cocineras, al momento de hacer un mole verde, si tienes la mano amarga, aguas al mole. Al momento de que lo sirves, aunque el mole tenga masa, en tu plato parece agua en lugar de espeso.¿Cómo sabes si alguien tiene la mano ácida?
Pues en lo que prepara te das cuenta, hasta para batir un huevo. Hay muchas personas que al batir manualmente no se les esponja como turrón. O cuando baten la masa, hay veces que rápido les funciona y hay veces que no. Una vez me pidieron que trajera una batidora y yo les contesté: “Mira que te voy a jalar la oreja, nosotros podemos hacer hasta mil tamales sin batidora”.¿Tienes licuadora en tu restaurante?
Sí, sí tengo.Pero no sustituyen al metate.
No, no es lo mismo, un mole verde en metate sabe muy diferente a un mole en licuadora. Ah y luego me preguntan cómo comer con tortilla. Me piden cubiertos para el mole y yo les digo que un mole es de ensuciarte las manos, así es en el pueblo.¿En tu carrera como cocinera prefieres mantener las recetas intactas o consideras cambiarlas y experimentar con ellas?
Hace poco fui a Veracruz a cocinar con un chef en su restaurante. Y pues ellos son chefs, saben cómo emplatar bonito. Pero para presentar mis platos en su restaurante, tuve que innovar. En un mole verde, por ejemplo, yo respeto mucho cuando sirven ‘pipirisnais’, pero yo no lo haría en mi restaurante. Cuando vienen a una degustación de una boda, si lo hago, porque la ocasión es muy especial. Pero acá en mi restaurante, el concepto es servir al pueblo, saciar el hambre que trae la gente de mi pueblo. Yo sirvo para que llenen su estómago y su corazón. Mi gente de pueblo, se come cinco o seis tortillas, su plato de consomé, su plato de masa y si quieren otros dos taquitos. En la barbacoa yo no puedo emplatar, sirvo la masita y la carne. Hace poco servimos más o menos mil platos, servimos el mole, el pollo y un plato de arroz. En comidas chicas o cuando hay un difunto, igual, tu pollo, tu mole, tus tortillas y tu sopa. Así se come aquí y así lo servimos. Con un chile relleno sirvo el chile relleno, los frijoles, el arroz y un pedazo de aguacate. Yo siempre voy a servir como mi gente quiere comer.



¿Cuáles son los ingredientes esenciales de la comida oaxaqueña?
Yo siento que los chiles y el maíz: el guajillo, el chile poblano, chile de árbol, chile serrano, chile de agua, chile habanero, las salsas. Para nosotros es primordial tener salsas siempre en la cocina a pesar de que las salsas que hacemos los domingos pican. Si yo hago unos frijoles con patas de puerco, lo sirvo con unas rajitas de cebolla, limón y chile. Las hierbas también, híjole, yo necesito el cilantro, el perejil, la hierba santa. Apenas ayer me trajo un manojo de hierba santa mi amiga, podó su hierba santa porque dice que le estaba tapando otras plantitas.¿Cuáles son los ingredientes que no se conocen tanto de la comida oaxaqueña?
Con mi abuela Chelo íbamos a los pingüinales que tenían pingüitas, una manzanita chiquitita que se preparaba con un chile canario. Se podía hervir o te la podías comer como manzana, nada más que tiene semillitas chiquititas y si tenías muelas picadas se te podían meter. La pingüita se molía en la chilmolera con su chile canario y se hacía una salsa. Sabía buenísima, pero ya no se ve esa pingüita.¿Por qué ya no hay?
Había muchas cosas que para conseguirlas había que caminar mucho hacia el campo. Cuando se abrió el supermercado como que la gente ya no quería caminar tanto. Los nanacates ya no nacen tanto. Al momento que la gente los empezó a vender se acabaron, la misma tierra dejó de darlos. Teníamos nanacates en el centro de salud de aquí de Soledad, pero ya está poblado con cuartos y árboles y ya no nacen en los tiempos de lluvia. En el tiempo de junio y primeros días de julio es bonito ir a juntar azucenas. Se juntan las azucenas sin quitarles la cebollita. Antes también traías una bolsota llena de chile verde y chile rojo, ahora ya no.¿Se ha perdido algún vegetal de temporada?
No tanto. Aquí tengo un chayotal plantado, va chiquito apenas, por eso lo subimos al bambú, para que crezca hacía arriba y cuelgue. Y cuando el chayote para de dar chayotes, cuando ya está viejo, quitas la raíz y sale una crema de chayote que puedes hacer en amarillo. Sabe buenísimo un mole amarillo de chayocamote. Nosotros no tenemos tierras, pero los tíos de mi esposo siempre siembran, bendito Dios. Tengo un amigo que vive acá en San Juan de Dios y nos trajo maíz rojo, maíz amarillo, maíz negrito. ¡Chulo!¿Con qué maíz te gusta cocinar más?
Pues con todos. Por ejemplo, ahorita vamos a poner el rojo con negrito, fueron los de la última desgranada. Me gusta mezclar porque salen de distintos colores. Con maiz negro, la tortilla sale entre azulita y rosita. Si hacemos tortillas con maíz rojo salen rosaditas. Con maiz amarillo y rojo, la tortilla sale amarillita con puntitos. Y la masa seca distinto dependiendo del maíz. La masa negrita necesita más agua, la roja todavía más agua al momento de amasar para que tires tortilla. Con el maíz amarillo la tortilla sale mas crispuda, se tuesta más rápido.





¿Quién crees que seguirá tu trabajo de cocinera?
Yo le digo a mi hija que si quiere estudiar gastronomía que lo haga, porque ya terminó su carrera, ya se tituló. Ella puede mezclar cocina tradicional con cocina de chef, cómo le hace Thalía. Thalía es una de las mejores amigas que tengo en cocineras, me llevo muy bien con ella. Es una persona que siempre ha estado para mí. A Charlie también le gusta cocinar. Si yo salgo a un evento, se quedan Charlie y mi hija.¿Qué ha sido lo más emocionante que has probado o has visto cocinar, fuera de lo que tú estás acostumbrada
Híjole, en Veracruz nos hicieron mariscos muy buenos. En Japón nos hicieron mantarraya, ceviche y sushi.Cuéntame de cómo te invitaron a cocinar en Japón.
El chef Marco García vino a comer y pidió platicar conmigo. Él es de Monterrey pero vive en Tokio, Japón. Es muy famoso, muy humilde, muy sencillo. Cuando vino me pidieron de todo, en una mesa chiquita pidieron, mole, pipián, barbacoa, consomé, tacos, memelas, de todo lo que había en el menú. Al momento de bajar a platicar con él me dice: “¿Qué te parecería si hay la oportunidad de ir a Japón, irías”? Días después, me estaba mandando mensajes a las cuatro y media de la mañana que el proyecto había sido aprobado por la Universidad para que yo fuera a cocinar a Japón. Cuando llegamos y nos bajamos del avión, había tres chefs esperando y dos muchachos que estaban traduciendo. Marco me dijo que seguramente no me había llenado con la comida del avión y me llevó a comer a un restaurante que estaba allí en el aeropuerto. Nos trajeron una tabla con doce diferentes sushis. Le dije a mi hijo que pidiera una pasta o algo para empezar. Y si, me trajeron una pasta, sake y un vaso de agua. Mi esposo fue el primero en comer, el come de todo, no le hace feo nada, le interesa probar las cosas que no se comen aquí. También nos cocinaron, mantarraya, calamar y un pescado muy bueno. La esposa de Tatao, es una cazadora muy buena y fueron a cazar venado. Se tardaron media hora en traer el venado. Invitaron a mi hijo Charlie para ver el proceso para curtir la piel. Aquí nosotros cuando matamos un borrego y queremos curtir las pieles que vemos bonitas, tardamos tres o cuatro meses. Ellos, en veinte minutos, ya tenían la piel del venado curtida. Marco me preguntó si me quería llevar los cuernos a Oaxaca pero mejor le dije que se los llevara a su restaurante. Con suerte no nos revisaron las maletas yendo a Japón porque llevamos chiles, llevamos comales, llevamos chocolate, llevamos mole, llevamos mezcal, llevamos chapulines, chile puya, 70-80 kg de equipaje, de agradecimiento a Marco. Fue fascinante que se prestaron a que hiciéramos un horno de barbacoa allí en Japón, Charlie lo hizo con ladrillos y cemento. Hicimos taquitos de barbacoa, consomé, quesadillas de maíz azul.Que impresionante que en algún momento fuiste una niña vendiendo flores y quesos y años después estás en el otro lado del mundo preparando comida tradicional.
Sí, sí. Cuando estábamos en Japón sólo mis trabajadores sabían. Pero abrimos el restaurante. Mi sobrino, el primo de Charlie, se hizo cargo. Sólo abrimos con reservación para que mis chicos no se aglomeraran, como a nosotros nos pasa a veces. Hay veces que llega gente cuando estamos llenos y andamos buscando mesas. A veces usamos la mesa VIP, es una mesa que fuimos a traer de allá atrás y esa es la VIP, que no es VIP, pero es la VIP para nosotros. Sacamos los banquitos que ocupamos en la barbacoa, unos banquitos de plástico que tenemos, y se siente emocionante. A los chicos les trajimos playeras y chuches de Japón. Les trajimos unos cacahuates que traen pescaditos que saben muy buenos. Y te digo, Japón es un país muy limpio, muy limpio, no ves carritos feitos como el de nosotros. El maestro Yu de la universidad, mi compadre, ahora ya es mi compadre, me decía: “Tu comida pica Mimí, pica (bajando el moco), pero está sabrosa”. Yo sentía que comían agusto. Hicimos pozole rojo y uno de ellos se sirvió una, dos, tres y cuatro veces. Y comen a su horas, siete de la mañana, tres de la tarde y siete de la noche. ¡Si supieran que nosotros comemos cuando nos agarra el tiempo!¿Mimi, sueñas en la noche?
Depende. No falta que uno sueñe una culebra.¿Pesadillas?
No, no, pesadillas como cuando se te ‘sienta el muerto, no. Le digo a mi esposo: “Oí esto, soñé a esta persona, a lo mejor van a venir a visitarme”.¿Sueñas con tus familiares?
Hay días que sí y hay días que no. Una vez soñé a mi papá, le dije a mi esposo y él me dijo: “Algo no estás haciendo. Hay veces que sueño clientes que no han venido y luego vienen”.



¿Cómo te gustaría pasar los últimos años de tu vida?
Hijoles, pues tranquila, feliz. Mi esposo va a cumplir 54 años. Yo voy a cumplir 49. Le digo a mi hijo: “Hay que ahorrar para la vejez porque ya vamos para grandes, porque un día estamos aquí y el otro ya no”. Hace tres años, en el cumpleaños de Charlie, un muchachito me dejó una caja de aguacate, una sandía y otras cosas. Charlie lo invitó a su fiesta de cumpleaños. En la tarde noche, como a las 10, empezaron a echar cuetes. Era un 26 de noviembre, el día de la muerteada femenina. Vi que venían varios carros y una carroza. Resultó que había fallecido el muchacho que me trajo las cosas. Era un muchacho de 16 años. Iba en su moto, pasó dos topes, derrapó y pegó contra la cuneta. En la operación falleció. Le dije a Charlie: Qué bonito hubiera sido que no hubiera pasado eso, que no hubiera sido así. El muchacho se llamaba Carlos también. Ese día también estaba jugando fútbol México.¿Qué partes de ti, como mujer, como esposa, como hija, tuviste que sacrificar en tu vida y que partes de ti descubriste con gusto?
Fíjate que me siento agradecida por lo que tengo. Mi papá no nos dejaba salir a jugar. Luego mi esposo me andaba pretendiendo. Me acuerdo la primera vez que mi esposo vino a platicar conmigo. Venía con mi hermano y se tuvo que apurar para que mi papá no nos viera. Mi papá nos encontró juntos y mi esposo le dijo que no me fuera a regañar o a pegar. Mi papá le dijo que tenía que venir el siguiente día para pedir permiso. Y así hizo mi esposo. Pudimos empezar a salir sin miedo. En ese momento empecé a descubrir cosas. A mi esposo le gustaba mucho dibujar. Y era muy bonito. Un día vino un primo suyo y mi esposo me dijo que se quería ir a Estados Unidos para ahorrar dinero para casarnos. Después de unos meses, en lugar de irse a Estados Unidos, decidimos casarnos por lo civil porque no había mucho dinero para casarnos por la iglesia. En mayo me compraron mi vestido. A mi esposo siempre le ha gustado tener animales, teníamos marranos. Mi esposo me dijo: “¿Ahora que salgan las camadas, por qué no nos casamos”? Había unas bodas comunitarias y así hicimos. Y me siento agradecida porque siempre ha sido buena gente. A lo mejor tuve una niñez ruda, pero aprendí muchas cosas. Aprendí que sí se puede en la vida. Mi papá era muy fregón, siempre hacia adelante, pero si se iba a tomar, un mes no trabajaba. Pero mi mamá nunca lo dejó. Cuando me casé a los 16 años, mi papá me dijo: “Te vas a casar, pero no quiero que andes con uno y con otro, te casas con él y con él te mueres”. Bendito Dios, llevamos 30 años de casados. Me siento agradecida porque tengo tres hijos. A lo mejor cuando eres mamá chica, aprendes a ser mamá, porque no naces sabiendo. Aprendes muchas cosas, cuando el hijo se enferma, cuando el hijo tiene necesidades, que hay que comprar un zapatito. A lo mejor ya no te compras tú unos zapatos porque lo vas a comprar para tu hijo. Aprendes a cambiar y lavar pañales a mano. ¡Porque chulo se ve un tendedero lleno de ropa chiquita y de pañales blancos! Me siento agradecida que la necesidad me llevó a saber cocinar. Por ejemplo, a mí no me gusta la pizza, prefiero unos tacos de cabeza o unos molidos de garbanzos, porque sé que me voy a llenar bien. Me siento agradecida porque mis hijos ya van terminando su carrera y han sabido lograr sus metas. Uno de los primos de mi esposo me dice que me siento como guajolota porque Charlie ya terminó su carrera. Yo le contesto que no, que me siento como un pavo real. Cuando estábamos chicos hacíamos unos globos con candileja y los íbamos a seguir entre las milpas. Era bonito alcanzarlos mientras estaban volando. Ahora ya no puedes salir tan libre porque te vas y no regresas, no sabes a quien te vas a encontrar en la calle. Me acuerdo cuando se trapeaba hincada, una vez estaba yo trapeando y entró mi hermano con los tenis llenos de lodo por el campo. Entró dejando sus marcas de lodo por todo el piso y yo le aventé la franela. El me la aventó de regreso y yo se la volví a aventar. Y así empezamos a pegar manazos. Llegó mi papá, nos dió dos manazos y nos amarró de frente para que nos pidiéramos perdón.¿Cuánto duraron?
Como media hora.¿Hoy cómo te sientes?
Me siento feliz, contenta de tener lo que tenemos, porque es gracias a muchos esfuerzos y a muchas carencias. Porque al momento de crecer, te sientes acogido por tus logros. Y aquí es nuestra casa, no tengo otro lugar, aquí vivimos. La barbacoa nos dió lo que necesitábamos. Hay una niña que viene los domingos a comer. Ella le dice sus domingos de barbacoa. Tiene diez, once años y viene desde que tiene tres años. Antes pedía cuatro tacos, ahora pide seis o medio kilo sólo para ella. Vino a festejar su cumpleaños hace poco. Le digo a mi esposo: “Con esfuerzo se hacen las cosas, poquito a poquito se van haciendo las cosas, con entusiasmo y con mucho cariño”. Siempre hay que estar para ofrecer un plato de comida, quizá no hay para ofrecer dinero. Pero si hay para ofrecer un plato de comida bendecido porque lo damos con gusto.


